Un Abordaje Transdimensional de la Astrología que Enciende mi Alma
(..) Tomo conciencia de mi cuerpo de luz; que habita en el cuerpo físico, enfoco mi atención en percibir la luz etérica del Sol, la Luna y los planetas. Descubro que cuando tomamos el primer aliento, sincronizamos nuestra vida con la vida del universo y recibimos la impronta de la energía del cosmos, su estructura queda grabada en nuestra aura. Nuestro cuerpo físico conforma las características de nuestros cuerpos de otras dimensiones, que permanecen vibrando durante toda la vida, con la música que estaba emitiendo el cielo en el momento de nacer, como un diapasón, como un programa informático que queda grabado y comienza a desarrollarse. Al igual que en el último aliento, el espíritu abandona definitivamente el cuerpo, desconectándose de éste, el primer aliento es el momento en el que el el Yo Eterno, distinto al Yo Condicionado, conecta el cordón de plata con el cuerpo físico. A partir de tomar nuestra primera respiración, las distintas sinfonías que los astros tocan día tras día interpenetran nuestra luz y melodía personal, que se manifiesta en el aura. Cuando los astros continúan su movimiento, alteran una parte de la vibración fundamental con la que nacimos, impulsándonos a nuevos retos y experiencias psicológicas. Así se desarrolla nuestro destino, desde el punto de vista del ser real nosotros elegimos la aventura de encarnar en un instante preciso, y el proyecto fundamental de nuestra vida en la realidad material. Nuestra carta astral es la proyección de nuestro plan de vida, y está íntimamente relacionada con el plan de vida de nuestro ser ilimitado, a lo largo de la vida evolutiva que implica más que sólo la dimensión actual de existencia en la materia. Nuestra aura está formada por los chakras; espirales de emisión y recepción de energía, que vibran con una frecuencia específica, sus pétalos son la manifestación palpable, visible y sonora, de una onda ondulatoria. El chakra raíz; Mulhadara, por ejemplo, se representa con cuatro pétalos, este vibra en armónicos del cuatro, es la frecuencia la que le da la forma cuadrada y un sonido determinado, así sucede con cada chakra.
Los signos del zodíaco
El Sol; regente de Leo, es el corazón de nuestro Sistema Solar, el cuerpo visible de un ser de muy elevada evolución que está conectado al corazón de todo ser viviente. El Sol transdimensional está constituido, al igual que los seres humanos, por doce chakras, que, entre otras funciones, son puertas de entrada a otras dimensiones. Al atravesar la puerta de un chakra encuentras un túnel. Los doce chakras del Sol se comunican a través de sus túneles con los doce chakras de la Tierra y de los planetas.
Cada chakra solar emite la cualidad de un signo, esta información viaja desde el Sol hacia la Tierra, su manifestación física es el viento solar, que genera intensos campos electromagnéticos alrededor de la Tierra, debido a su magnetosfera. La zona que se extiende por el lado de la sombra creada por la línea Tierra-Sol, forma una especie de cola cometaria, la punta de ésta señala constantemente en sentido opuesto a la posición del Sol, siempre en el plano de la eclíptica; base del cálculo astrológico.
Cuando el bioplasma solar llega al campo magnético terrestre, éste lo desvía hacia los polos y sitúa una importante cantidad de protones y electrones en órbita a la Tierra que devienen en los cinturones de Van Allen. Según mi visión, el cinturón exterior; más conectado al plasma solar, dispone de tres sectores de energía; cardinal, fija y mutable, conectadas con el tiempo; presente, futuro y pasado respectivamente. El cinturón interior está conectado al plasma atmosférico terrestre, y dispone de cuatro sectores de energía, relacionados con el espacio; los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos de la materia, de la madre Tierra. La combinación de las frecuencias de ambos cinturones son la manifestación visible de lo que conocemos como los doce signos del zodíaco.
Del Libro “Astrología Transdimensional” de Manuel Puerta.